Tenía la costumbre de sentarse
en el banco a tomar el sol, pero con el tiempo sus amigos dejaron de venir. Los
bancos de toda la vida acomodaban a varias personas bajo los árboles, aunque
las palabras unían más que la distancia. Hombres y mujeres se fundían en el
espacio y en el tiempo y creaban formas que la memoria modelaba a voluntad.
Pero el tiempo es feroz y el diseño cruel. Los amigos fueron muriendo y los
bancos se convirtieron en sillones individuales situados de manera absurda que
impedían la conversación.
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