Parecían sacadas de una
película de los cincuenta. La hija, de unos cuarenta y tantos, iba vestida con
lo primero que había encontrado. Su aspecto general, más bien vulgar, sugería
una dejadez que contrastaba con la rancia elegancia de la madre, que tenía una
edad indefinida y el peinado de una heroína de Fellini.
La cafetería era una de esas franquicias que te dan cafés gigantes en vasos de cartón que no se enfrían nunca. Estaba empotrada literalmente dentro de una librería de moda, de las que tienen de todo, además de libros, y están en un centro comercial. El matrimonio entre los dos espacios creaba un escenario pretendidamente moderno, y sobre todo impersonal, que contrastaba con la imagen estridente de las dos mujeres.
La cafetería era una de esas franquicias que te dan cafés gigantes en vasos de cartón que no se enfrían nunca. Estaba empotrada literalmente dentro de una librería de moda, de las que tienen de todo, además de libros, y están en un centro comercial. El matrimonio entre los dos espacios creaba un escenario pretendidamente moderno, y sobre todo impersonal, que contrastaba con la imagen estridente de las dos mujeres.
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